Pero me emociona despertarme y organizar mil planes para
seguir tirando, a media tarde ingeniármelas para conseguir
un billete de metro y sentarme en el asiento más recóndito de
la circular mientras comparto el tiempo con gente que jamás
conoceré y me imagino qué harán ellos cuando sean viejos,
cómo apurarán la vida, cuando ya no tengan tiempo para
coger carrerilla y tengan que hacer la ultima vuelta a la pista
con las pocas fuerzas que les permita su cuerpo, cansados,
agotados, torpes, inestables…
seguir tirando, a media tarde ingeniármelas para conseguir
un billete de metro y sentarme en el asiento más recóndito de
la circular mientras comparto el tiempo con gente que jamás
conoceré y me imagino qué harán ellos cuando sean viejos,
cómo apurarán la vida, cuando ya no tengan tiempo para
coger carrerilla y tengan que hacer la ultima vuelta a la pista
con las pocas fuerzas que les permita su cuerpo, cansados,
agotados, torpes, inestables…
Y cuando suben al vagón los niños, rebosantes de sonrisas,
suelo permitirme una lágrima de nostalgia, que me recuerde
que amo la vida, un día más.
1 comentario:
a mi también me gusta imaginarme la vida de los demás.
:_)
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