No se vivir.
Tengo envidia y desesperanza.
No puedo seguir con la colección de traspiés
en la exponencial externa de cada precipicio,
con el ovillo de cuerdas flojas en el cajón de la mesita.
Es raro cuando no trae descaro la tarde
y va soltando a migajas el vacío que ha guardado en el bolsillo.
Yo solo vine a respirar la tinta que susurran los pinceles,
a llevarme un par de versos
a descorchar la melodía de la esquina muerta.
Pero la despensa está vacía
y ya no quedan ni las marcas del camino borrado.
3 comentarios:
Lindas letras se encuentran por acá.
Gracias por visitarme.
Abrazo.
las despensas vacías
son las más interesantes
¿Porque las podemos llenar con lo que queramos? =)
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