5 de mayo de 2010

Regentando la obsesión

Desperté sudorosa de una realidad acuosa enjugada inútilmente,
vertida en el subconsciente.

Encendí la luz de la mesita para convencerme de que seguía allí, en la misma cama de siempre; desaliñada y vacía.


Las 3 y media,
aún quedan tres horas de solitaria noche,
de insomnio de un reproche
de un apático lunes sin martes.
Rutina para olvidar, para ahogar aquello que carcome cada fibra del ánimo
óbice para tragar este pan ácimo
que raspea en la faringe acuñando una condena
con una eterna cadena de porqués
acabada en ceñidos grilletes de respuestas incoherentes.


Y apagué la luz esperando que no amaneciese
rogando que cese.

No hay comentarios: