12 de agosto de 2010

¿Quién me iba a mí a decir que...?

No sé si alguna vez alguien relacionó la rabia con la decepción.

Tampoco sabía, hasta hace apenas dos días que, al igual que entre el amor y el odio, los separa una delgada e ínfima línea.
Y no se pasa por ella. Se tropieza.


Estoy segura de haberla cruzado en las décimas de segundo que se escaparon de las manecillas mareadas de mi reloj a eso de las 7 de la tarde. Al cruzar la puerta de la 708 y ver a mi hermano enganchado a una máquina de veneno-mata-células.

El momento justo en el que de haber tenido la cara de la vida delante le hubiera escupido. Se volvió y me tocaba dejar la rabia y el llanto para luego. Ahora tocaba sonreír como él lo estaba haciendo desde la cama. Con las ojeras que siempre le salen en el hospital.


-¡eeeeeeeeeeeeyyyyyyyyy!
- ¡Qué pasa coooopón!

(El beso de rigor, que tanto necesita ahora)


Miré sus patillas, esas que tanto odiamos yo y su novia. Las mismas que el adora. Con las que nos ignora. No había caído en la cuenta hasta el momento. ¿Por cuánto tiempo seguirán ahí? No conté con que se le cayera el pelo de las cejas, la barba y las pestañas.

Pretendiendo olvidar la compota de odio, lástima y miedo que martilleaba mis sienes, lo intenté otra vez.

-¿Qué, que echabas de menos a las enfermeras, no?
- Más que nada ha sido por la comida, que me vuelve loco.



















Puñetero Hodgkin, no necesitaba tener noticias de que existías…

3 comentarios:

Merche Owl dijo...

Qué me vas a contar de rabia y decepción. Esta fue mi reacción a un día parecido, en el blog antiguo, cuando lo utilizaba para descargarme en ese tema:

http://cualquierdireccionesvalida.blogspot.com/2010/02/jajaja.html

Solo que a mi abuela no le dieron quimioterápia. Ella "no tenia ninguna posibilidad".

Te entiendo muy bien, y me simpatizo contigo. Si necesitas cualquier cosa, por minima que sea, estoy siempre en mi blog y estás siempre invitada.

Sé que eres fuerte. También sé lo que cuesta fingir sonrisas y aguantarte las lágrimas y las ganas de pegarle puñetazos reventando las paredes cuando tienes que entrar por esa puerta, cuando ves una habitación vacia en casa, o te asoma un recuerdo la cabeza, en casa y sobre todo, delante de toda tu familia y la gente que quieres. Te admiro mucho por ello también. Nadie sabe lo que es eso hasta que lo pasa, pero solo te diré que, merece la pena. Merece la pena ser fuerte por la gente que quieres y hacer la situación lo mejor posible. No dejes de hacerlo nunca.

Espero que tu hermano se ponga mucho mucho mejor. Por lo que se ve tiene muchisima fuerza de voluntad y eso es lo más importante. Es una lucha dura pero aunque sea dura no es imposible de ganar.

Besitos aleatorios.

Elogio de la Locura dijo...

No sabes lo que se agradece un maxi-comentario como el tuyo cargado de tanto cariño.

Él afortunadamente tiene un ánimo a prueba de bomba. Enganchado a la máquina y sin parar de bromear, cantando por los pasillos...
¡qué orgullosa me siento cada vez que lo veo!

Gracias M., una vez más.
Un besazo enorme!! :)

Fernanda dijo...

A veces la rabia y la decepción son un elemento difícil de curar, requiere de tiempo y de madurez pero sobre todo del saber perdonar.