20 de febrero de 2012

El invierno de Heisenberg




Esperabas  un disparo, un ataque de tos, una quiebra repentina.
Esperabas una duna avanzando hacia ti, una mala escusa, una luz de emergencia.
Esperabas un atasco en los andenes, escarcha y miedo, prisas y ruido.
Esperabas el estallido de la farsa cuando los días cambiaran el turno.
Pero sólo ocurrió un parpadeo lento mientras se mecía el Adagio de Vivaldi cuando caíste a plomo en la cama. Sólo la humedad inamovible del techo. Sólo la agradable sensación de ingravidez entre el ahora y la ausencia. Sólo ocurrí yo, aun dormida, cuando abriste los ojos.


3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Quizá todo sea así, sin razón aparente y sin anuncio.
Devuelvo tu amable visita a La Acequia, en la que espero hallarte siempre que lo desees.

Luis Antonio dijo...

Cuando se esperan tantas cosas siempre falta alguna a la cita...

"Sólo ocurrí yo, aun dormida"

Me parece mucho y bueno...

Espero que el afortunado sepa apreciarlo.

Un abrazo

Crisandbar dijo...

Mil gracias Pedro y Luis por dedicarme un poquito de vuestro tiempo. Pedro, a La Acequia me doy por invitada ;)