22 de agosto de 2013

Mi enésima (pen)última vez.

No voy a culparte de la vacuidad de mis atardeceres.
Ni de los aranceles de tus corrientes sin aire caliente.

No voy a dejarte entrar cada tarde a las ocho menos diez.
Ni al agitado bucle de un reloj sin manecillas.
Ni a la inercia de una maquinaria sin aliento de pila y sentido.

No voy a asomarme más a estos renglones,
porque esta es la última vez que me recojo las rodillas
y que nos contradigo para que vuelvas a sonreírme desde abril.

La última, (te) lo juro, que congelo el oxígeno que nos faltó en aquella sala de fumadores.
Y el de todos los subsuelos que fuimos.

¿Te acuerdas?

Que nunca tuvimos demasiado sentido en la superficie.
Que el cuerpo nunca nos pidió respirar.

No voy a revibrarme en tus manos
y mucho menos a retorcerme en tu luz de pestañas.
En tu alud de entrañas.

Parpadeábamos y volvías a indolernos,
a volvernos agua de borrajas.
Descarte de baraja.

Pero qué más me daba que fueras a atracarme todas las carcajadas
a garganta de navaja
si sólo tú conseguiste desnudarme París.



Hasta mañana.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Saludos. Quería decirte que me gustan los poemas que escribes, aunque no soy un experto en la materia siendo sincero. :)

Elogio de la Locura dijo...

Me hace todavía más ilusión que no seas un experto! Muchísimas gracias :D

Unknown dijo...

¡Genial! y de nada. :)