16 de julio de 2011

Maneras de vivir


Es imposible cerrar los ojos e imaginarse sin nada, en la absoluta simpleza del desnudo, nada alrededor,nada a lo lejos, nada. Nadie, excepto uno mismo.




El primer lugar del planeta en el que estuvimos fue una sala de partos llena de tecnología y gente con las manos grandes y la voz fuerte. Escribimos con lápiz y no
existían los tachones sino gomas de borrar. Nos obligaron a usar bolígrafos y a tapar los errores con pintura blanca que nos delataba al trasluz y en las clases había gente. Había gente en las calles y al otro lado de los teléfonos. Había gente en las revistas y en los textos que exhibían los periódicos que los padres leían a la hora del desayuno.
Nos pusieron ropa, como otra capa de la piel frágil con la que nos soltaron al mundo. Nos regañaban si nos levantábamos la falda o nos quitábamos la camiseta. No nos dejaban tirarnos al suelo ni desentendernos de la gravedad. No nos dejaron jugar a la pelota en la calle porque había coches y malas personas. Lo adecuado era memorizar el número de teléfono de casa por si nos perdíamos.
Nos recogían de los cumpleaños antes de que quisiéramos irnos, nos acostaban antes de que tuviéramos sueño y nos contaban cuentos de princesas con nov
ios, dinero y madrastras.

Estamos traumatizados.

Algunos se quedaron gilipollas y no se supo nada más excepto algunas fotos en el cuarto de baño que subieron a tuenti. Otros se volvieron modernos, consumistas y mudos.
La mayoría siguieron sin tirarse al suelo y sin jugar a la pelota. Pero algunos granujas nos volvimos sacando la lengua, decidimos donde queríamos vivir, qu
é queríamos aprender y con quién queríamos compartir nuestros chistes malos.Lo hicimos, lo hacemos. Fracasamos cada tres por dos y esa es la señal de que estamos haciéndolo de puta madre. Alomejor no llegamos a la NASA, ni al Triodos Bank, ni al New York Times, pero vamos a reirnos mucho mientras pensamos que podemos conseguirlo, vamos a compartirnos y a llenar la nevera de imanes-souvenir. Pero además vamos a apreciar los días que nos apetezca estar solos y hablarnos y entendernos y amarnos los días que nos sintamos guapos y no mirarnos al espejo cuando no nos de la gana. Lo de que la gente esté en el mismo mundo que nosotros es circunstancial.




Yo vivo, hoy. Es lo más absoluto que puede pasarme. Si te vienes a pisar charcos te incluyo en mi "nosotros"
Si nos queremos sentir libres, terminaremos siéndolo. Será nuestra manera de vivir.