10 de junio de 2013

Hoy, lunes 10


Hoy, como aquel lunes 10, he vuelto a llegar tarde. 
He vuelto a sonreír como una idiota en el metro como si volviera a recibir tu mensaje pidiéndome que te avisara en la parada anterior para venir a recogerme. He vuelto a cerrar los ojos para respirar hondo, a arreglarme el pelo, ajustarme el bolso y el cinturón del abrigo antes de montarme en las escaleras que llevaban al resto a la superficie del boulevard Jourdan; y a mí, al San Pedro de tu sonrisa.  
Sin embargo, hoy me tocaba a mí recogerte. Y allí estaban. 
Tu camisa a cuadros abotonada hasta el cuello, tu cazadora mostaza, tus Vans y tu gorro de lana. 
Hoy también has hecho como que no me has visto y también sólo te has atrevido a darme dos besos. Has vuelto a decirme: "Tssss… Spanish time…" y has sonreído restándole importancia. He vuelto a hablar inglés en susurros y a plantar la mirada en el suelo mientras te escuchaba. Hemos vuelto a mantener la distancia justa para no rozarnos y a ignorar si las mangas de nuestros abrigos se hacían las encontradizas. He simulado que todo era nuevo, que no encajábamos nuestras suelas en las huellas de aquella tarde de diciembre. Y no, hoy tampoco se me ha escapado lo pequeña que es tu nariz de lado.
Hemos cruzado otra vez la puerta de la 216 por primera vez, y… sí, hoy también te he preguntado cómo has podido traerte tantos libros estando solo cuatro meses. Tu libro sobre la guerra de los Cien Años con las tapas desnudas y tu “Napoleon” de Max Gallo no han querido faltar.
Poco antes de la 8, sin saltarte una coma del guión, te has ido a clase. Con lo puesto. Has decidido otra vez dejarme tu Mac con esparadrapo para que escuchara música. O te cotilleara Facebook. No te vas sin apuntar que me dejas el tuyo abierto.

Pero tras las dos horas de ausencia lectiva reglamentadas no he recibido la punzada de tu mensaje con “J’arrive”, no has abierto la puerta con la mejor de tus sonrisas y me has descubierto hablando con mis padres, tampoco has simulado ordenar tus apuntes para ganar tiempo, no has salido de la habitación y has vuelto a encontrarme enzarzada en el parte diario parental, ni has vuelto a susurrarme mientras cerrabas la puerta, con esa sonrisa anestesiante tuya: “Still?




                                                        Still.

3 comentarios:

VANESSA dijo...

Casi nada dura eternamente.
Besoss

Anónimo dijo...

Bufff...que puñalada el párrafo final. Bueno, una vez escribí: "Quizás no tuvimos un final feliz, pero si una feliz historia". Sé que no es mucho, y que unas palabras no pueden llenar el vacío que dejan ciertos seres...
pero aquí te dejo mi abrazo, sentadito a tu lado en el banco. Esperará paciente contigo hasta que te reemprendas tu camino :)
Doloroso y hermoso relato :)

Elogio de la Locura dijo...

VANESSA, espero que al menos los recuerdos sí.

favole, uala pedazo de comentario. No te imaginas cómo me ha llenado tu abrazo. un beso.